domingo, 28 de marzo de 2010

Hola, tu...

Hola; ¿qué tal?

Te preguntaras porque te escribo, realmente no puedo enumerar ningún motivo particular. Solo se que hace unos segundos mi memoria te dibujó en mis ojos y mi respiración se volvió densa, debo escribir; pensé. Sin saber muy bien que te diría en esta carta, heme aquí intentando no sonar ‘locamente enamorada’ (totalmente cursi) y a la vez que se filtre un poquito de no se, romanticismo, ¿tal vez?

Cada vez que pienso en ti, te siento en otra parte de mi cuerpo, creo que ya has descubierto todas las que anuncia el jabón, y no te detienes. A veces te siento en mi abdomen, a veces en mi entrepierna, a veces te siento respirando en mi cuello, en la punta de mi gusto. A veces te siento en lugares inadecuados, o en momentos inoportunos, pero no por eso, tu graciosa y dulce versión de ‘Colón’ deja de plantar bandera y proclamarse dueña de algún otro recoveco de mi cuerpo. Por más que a veces intento censurarte de mi mente porque de lo contrario no conseguiría hacer nada con mi vida, te deslizas con facilidad en mis pensamientos. Te escondes de la fugacidad de mis ideas y brincas de una en otra solo para no salir de allí. No es fácil vivir contigo ahí, pero es casi ilusorio.

Te encontré muy dudosa de ser mi musa, mi rojo, la pieza restante. No se en que momento paraste de dudar, no se si realmente te has detenido, pero te he sentido entregarme tus encantos, y he sabido emborracharme de ellos. Eres una realidad muy de Dalí, muy de Wonka, muy de Burton. Una realidad preciosa, increíble, deliciosa, digna de saborearse hasta chuparse los dedos, digna de ovaciones y cumplidos, de gritos, lágrimas y excitación.

Tienes tu pasado y tu historia derramada en tus poros, tienes los detalles de tu piel tatuándose en mis más bonitos recuerdos.

Pero ya no estas, te escribo a continuación de. De que fuimos, ciertamente, y es el cómo fuimos lo importante. Fuimos unos instantes hermosos, pero fugaces. Te adoré como se adoran las cosas más sublimes y terrenales a la vez, te adoré, así fue, ahora no es más que un verbo en pasado, que una alusión, que una ilusión, que algo fugaz, que se recuerda y a veces se olvida mientras va pasando el tiempo. Las ironías y las jugarretas del cosmos siempre son así de burlonas, socarronas, ateas.

Disculpa porque pensé y hasta dije que esto duraría para siempre, perdóname por ser tan ilusa, por haber sido presa del engaño, la trampa del corazón me atrapó y no supe con certeza que lo era hasta ahora. No quiero que por esto se entienda algo demasiado simple pero a la vez no quiero complicarlo tanto, espero que se garantice el entendimiento en esta carta. Espero que se garantice algo de esta historia.1



1. Las cartas etiquetadas como de Lucia, tuvieron destinatarios reales en algún punto.




No hay comentarios: