lunes, 3 de mayo de 2010

Arrojándolo al universo

La persona que llegue a mi vida, vendrá sin ataduras, sin condiciones. Vendrá sin reproches, solo con deseos. Con ansias de que le vuele la cabeza sin mover los pies de la tierra. Con la intención no de pasar una vida juntas, sino compartir la vida. Sin necesidad de ser testigo de mis juicios ni solidaria con mis causas. Sin dejar de ser genuina por condescender ni honesta por no lastimar. Va a llegar cuando menos lo espere y cuando me halla acostumbrado a la soledad. Va a llegar sin apuros pues la búsquedav ha terminado. Va a llegar sin miedos pues ya ha pasado lo peor. Va a llegar sola y va a terminar bien acompañada...

Relato de la mediocridad

Hoy tuve una experiencia que me pareció surreal, puso a prueba mi paciencia en todos los niveles posibles. Por causa de un accidente fortuito con uno de mis empleados, tuve que llevarlo al Hospital Industrial o al Hospital del Fondo como coloquialmente se conoce. Demás está mencionar que la mediocridad es tan perceptible que casi la respiras al entrar. Desde que entras es una jauría de empleados mal informados, con caras largas algunos y otros con las carcajadas a flor de piel. Atravesando un caudal de pasillos, todos llenos del hedor de la humedad y el olvido, del desinterés y el descuido, llegar a la "sala de emergencias" parecía una misión digna de una brújula. Luego de preguntar a varias personas y recibir más izquierdas y derechas que una coreografía, alguien se digno en escoltarnos hasta la puerta. Luego de entrar al lugar para reclamar caídas y demás, nos pasaron de oficina en oficina como un burdo partido de tennis. "Toca ésta puerta", "pregunta en aquel "counter", "habla con ella que yo no puedo", fueron algunas de las frases que escuché. ¿Protocolo?, ¿Prioridad?, ¿Profesionales?, ¿profesionales en qué? ¿Para quienes? ¿Al servicio de qué? No suelo patrocinar las generalizaciones, pero allí lo que se manifestó fue un monocromo de personas, con sus uniformes de enfermeros, doctores, asistentes, etc, que bien pudieran haber estado jugando "twister". Solo se escuchaba la algarabía de la broma de mal gusto y los chistecitos trillados entre ellos. Sin prestar demasiada atención al paciente que atienden, acertando entre comentarios vulgares una que otra pregunta sobre el accidente en cuestión y regresando al tema de interés entre sus pares. Uno pensaría que al haber pasado por tantos despidos hace apenas unos meses, el sentimiento laboral colectivo estaría más orientado a la eficiencia, a solucionar y ofrecer servicios, vamos, a simplemente hacer su trabajo. No niego rotundamente, que escondida entre tanta maleza de gente improductiva, entre tanta inercia y mediocridad se encuentre alguien a quien si le importa su trabajo, alguien que no trabaja solo por devengar un salario cada quince días, alguien que se preocupa genuinamente por ayudar al que lo necesita. No obstante debe ser casi imperceptible su esfuerzo, merodeando entre tanta gente que no "son" que solo "están "en tiempo y espacio para rellenar un hueco en una tarjeta de "ponchar". Puede parecer un discurso de derecha, pero me parece vergonzoso como nuestros funcionarios públicos "nos representan", representan a la clase media contribuyente , a los que flagelan todo el año con el impuesto para "nosotros,"(vaya recompensa) y luego todos los abriles tenemos que seguir abonándole dinero a este barril de mierda, que se desparrama y se pierde entre las risitas desentonadas, el último episodio de la novela enlatada o el más reciente rumor de pasillo, ahí se desintegra nuestro esfuerzo, el por ciento que nunca vemos del cheque, porque algún funcionario se lo robó en el "coffee break".